La fase del relleno en la vida de Pamplona termina con la realización del Primer Ensanche, que ocupa y colma, por decirlo así, los últimos terrenos aptos para la edificación dentro del casco encerrado en las murallas. Pero este Primer Ensanche ni siquiera fué un alivio para las necesidades de espacio de Pamplona y adoleció de varios inconvenientes.
De este modo, todo el Ensanche obtenido para habitación se redujo a cuatro manzanas (...).
Y como no hubo lugar para la habilitación de paseos, plaza u otros espacios libres (aunque los militares acaban de establecer allí un estadio), ese Primer Ensanche no hizo más que abrir aun más el apetito a las necesidades de espacio que se manifestaban en Pamplona.
En este Primer Ensanche las construcciones adoptan el estilo y los modos de la época. Las cassas tenían generalmente cuatro pisos, aunque había algunas de tres. Los materiales empleados eran la piedra y el ladrillo en las paredes maestras, el ladrillo en los tabiques y la madera en las cubiertas y en los pisos, si bien en el Palacio de Justicia y en los nuevos cuarteles se emplearon vigas de hierro en las cubiertas y en los pisos.
Urabayen, Leoncio. Biografía de Pamplona (1952), p. 185-186.